Tres cosas a sacar de tu rutina de Running

Espiritu Aloha | jun 01, 2019

Están los termómetros que dan miedo. Nada simpáticos. La transición entre la primavera y el verano no se antoja para nada pacífica. De sopetón, así será cosa. Y claro, el cuerpo se resiente. Sales a correr y te dice: “¿Qué está pasando aquí?”. No decirle la verdad y actuar como si el mercurio estuviese 15º por debajo, además de ser una soberana idiotez, puede llegar a resultar nefasto para la salud. ¿Parar? ¡Nunca! Mucho mejor agarrar el móvil, marcar el número de un experto, y que nos suelte tres perlitas sobre el riesgo que conlleva meter la pata en verano.

Víctor García hizo buenas kilómetradas a la luz del Lorenzo. Era su trabajo. Correr y correr. Para ser más precisos, correr al tiempo que saltaba obstáculos. Fue uno de los mejores en su especialidad, tanto que se adjudicó la medalla de plata en el Campeonato de Europa de 2012 y, ese mismo curso, acudió a los Juegos Olímpicos de Londres. Ahora se dedica (con igual éxito) a entrenar a otros. Tiene centenares de pupilos (presenciales y online) en su escuela: VG Running. Todos deseosos de romper cronos y firmar competiciones espectaculares, dispuestos a hacer verdaderos malabares con su agenda antes que perder un día de entrenamiento. Haga frío o haga… calor. Como ahora de los segundo nos están dando dos tazas, Víctor se suele poner serio y les suelta cosas como estas:

 

 

 

 

Mala elección horaria

“El primer error es elegir la hora mala para salir a entrenar. Si no te queda otra que las centrales del día, lógicamente las peores, es mejor buscar un sitio que mitigue las condiciones, bien por su mayor frescura (cercanía de ríos o bosques frondosos) o por la mayor cantidad de sombras y fuentes que podamos encontrar. Esto complica mucho la logística, así que lo clásico suele ser debatirse entre dos opciones: madrugar o trasnochar”. Correr a pleno sol, rollo vigilante de la playa, en tirantes o sin camiseta, por mucha gafa y mucha gorra, y mucha crema que te pongas… es una imprudencia seria cuando se superan los 30º; no te creas eso de “nunca pasa nada”. Porque sí, pasa.

No beber y beber

“Aflojad, que lo de las birras viene después. Durante el entrenamiento (y en el pre y el post) debemos hidratarnos a tope, pero no sólo con agua, también con bebidas que nos aporten los electrolitos necesarios y no dejen escapar la cantidad de sal necesaria para garantizar nuestro rendimiento. Las lesiones y calambres, pese a que el músculo caliente mejor en verano, están a la orden del día si te saltas este paso”. ¿Esos círculos blanquecinos que se nos quedan en la ropa después de correr? No te los tomes como heridas de guerra, es la sal expulsada en el sudor de tu cuerpo y te está diciendo que vayas a la nevera ya mismo.

 

 

 

 

Bajar mucho el volumen de kilómetros

“Por el calor, la pereza, la mayor tentación de la vida social… descuidamos el mínimo número de kilómetros. No es grave si cuando llegue el otoño no vamos a preparar ‘algo largo’, pero si pretendemos correr una media o un maratón no podemos descuidar las sesiones que requieran acumular kilómetros”, señala Víctor, antes de concluir que “lo mismo pasa con la fuerza, que tradicionalmente es obviada por los corredores en verano. No debe ser así, hay que trabajarla con la misma constancia que en invierno”.

 

¿Te apuntas a correr estas vacaciones?