El domingo pasado, 21 de julio, nos fuimos a las afueras de la Ciudad de Panamá, a dos horas y media de camino, para presenciar los bellos paisajes que guarda El Copé, ubicado dentro de la provincia Coclé. Cabe destacar que esta provincia incluye  4,927 km² y cuenta con un aproximado de 230 mil personas, de acuerdo al último censo en 2010. Los distritos que conforman esta provincia son: Aguadulce, Antón (aquí se ubica El Valle que tanto he publicado), La Pintada, Natá, Olá, y el distrito que lleva el nombre de la capital de la provincia, es decir, Penonomé. ¿Qué podemos esperar de esta zona? Como es atravesada por la Cordillera Central de Panamá, se pueden encontrar escarpadas elevaciones de origen volcánico con un máximo de 1,600 metros sobre el nivel del mar. Los principales ríos son de agua del Pacífico, solo algunas corrientes dan con Coclé del Norte, es decir, de aguas del Mar Caribe.

Ponte para la foto: Cascada Tigrero

Yendo a la cascada Tigrero, se pueden apreciar dos cerros como son Marta y Juan Julio, que conforman el Parque Nacional de División Omar Torrijos Herrera. Que, por cierto y según las narraciones que escucho de mis compañeros, requieren de condiciones y resistencia. El Tigrero es una muestra visual más de que Panamá tiene muchos paisajes hermosos y con aguas turquesas que refrescan a cualquiera del calor que se vive en la ciudad. Un motivo más para salir de la casa, de despejar la mente y desdibujar los obstáculos que el caos citadino y cotidiano nos atarea. Pero la parte más fotogénica de la caída de agua resulta estar arriba. Con una especie de escaleras naturales, las personas aprovechan de tomarse fotos y publicarlas en sus respectivas redes. El senderismo para llegar al mismo no es tan complicado. Por cierto, muchos mangos por la zona, la mayoría podridos, atrayendo moscas y las famosas moscas de frutas (Drosophila melanogaster).

«Hora de almorzar, muchachos»

Luego de la primera parada del día, cascada Tigrero, tocaba reponer las energías gastadas. Y es que la esposa de Samuel, dueño de la casa y que nos colaboró con la guía a los lugares, nos preparó un plato típico panameño para almorzar: lentejas, arroz y pescado, junto con un jugo de naranja. Para mi sorpresa, pregunté que cómo llegaba la energía al lugar, y la respuesta fue: Paneles Solares. No estaba al tanto y no me lo esperaba. Supongo que todos los días se aprende algo nuevo, me aseguré ese mismo día. Samuel detuvo nuestra charla con la siguiente frase: «¿Están listos, muchachos?», con lo que respondimos con un SÍ.

Rumbo al chorro Jesús María

Parecido a los Cajones de Chame, el chorro Jesús María aún así es más hermoso que el mencionado anteriormente. ¿Por qué? Por su disposición geográfica es similar, pero los Cajones no es un lugar «virgen», como dicen en Panamá. Es decir, muchas personas han deteriorado el lugar. El chorro muestra su fuerza con las distintas caídas que tiene, en su mayoría pequeñas. Detrás de la última caída, si se empieza desde arriba, hay una especie de cueva pequeña que las personas aprovechan para tomarse fotos. ¿Qué se necesita para llegar hasta allá? Saber nadar, resistencia, y fuerza, puesto que la caída te empujara en sentido contrario.

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De acuerdo al guía, es la única montaña en Panamá con esa forma rocosa en el tope.

Algo curioso que guarda el Cerro La Trinidad en la cima es una Biblia con forma de roca. Se encuentra abierta, del lado izquierdo dice «Holy Bible» y en la página de la derecha, si mi memoria no me falla, 7 aventureros en la cima. Desde la sima, superficie del cerro, se puede observar la silueta de la formación rocosa. Incluso, desde ciertas partes de Arraiján, ya se puede apreciar La Trinidad. De acuerdo a mis queridos amigos de Enlodados, Mariel y Rey, es el último cerro que conforma la Cordillera Central:

Núcleo axial que en forma de arco montañoso, convexo hacia el Pacífico, prolonga los altas relieves de Costa Rica (Cordillera de Talamanca) y corre hasta casi la mitad del Istmo de Panamá, (a través de las Provincias de Chiriquí, Bocas del Toro, Veraguas, Coclé y Panamá), para detenerse bruscamente en el Cerro Trinidad y en las bajas colinas de Capira. Probablemente, ahí comienza la gran falla del Istmo Central de Panamá (aproximadamente la Zona del Canal y sus alrededores). (2016).

Naturaleza aún sin registrar

Un último estudio en 1995 registró flora de tierras altas y/o frías, algo poco usual en Panamá, ya que la mayoría de los cerros o faldas de los cerros tienen fauna y flora de tierras bajas. El estudio, denominado Ancón, reportó las siguientes cifras. Las especies del lugar pueden, incluso, tener una vigencia de carácter prehistórica, como bromelias, helechos, ciempiés, mosquitos, epifitas, musgos, hongos, entre otros.

1. Anfibios: 34 especies distintas.
2. Reptiles: 30 especies.
3. Aves: 267 especies.
4. Mamíferos: 39 especies.
5. Insectos: aún sin determinar. Aunque puedo asegurar que una infinidad, por haber tomado unos cuantos, y otros que solo pude ver.

Segunda ruta hacia la cima facilita la escalada

Hace unos años crearon, habilitaron una segunda vía de acceso a la cima del cerro, puesto que la primera elevaba aún más la dificultad. ¿Cómo así? Había que usar soga con carácter de obligatoriedad y pasar por una cueva, que esconde murciélagos en su profundidad.

Luego de la escalada, un buen baño en el río Trinidad Abajo

Después de haber tardado un promedio de cuatro horas, incluyendo el ascenso y el descenso, aprovechamos de tomar un buen descanso en el río Trinidad Abajo, un poco más allá, pasando La Trinidad. De agua fría y cristalina, fue una gran recompensa para refrescarnos y hacer una parada obligada para las fotos y/o selfies. Un gran reto que aceptó cada uno de los participantes desde un inicio, por lo que contar esta historia no será cualquier cuento a escuchar, sino uno que valdrá la pena prestarle atención.

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El Cacao, un poblado de tradición agrícola.

El pueblo que vive en zonas aledañas viene a radicarse a raíz del liderazgo del cholo Victoriano Lorenzo en el año 1889. A su vez, los campesinos viven y subsisten gracias a actividades como la ganadería, la agricultura, y la confección de ciertas prendas. Un sitio donde se mezcla la naturaleza con la tradición y donde todavía se aprecian vírgenes algunas de las obras de la Madre Tierra.

Pasillo El Diablo con silueta de mujer.

Luego de subir unos 10 minutos del chorro El Cacao, se ubica un estrecho pasillo, llamado El Diablo, que guarda una caída pequeña. ¿La peculiaridad? Lo hondo que es, a pesar de no parecer así. Tras varios intentos de caída olímpica desde arriba, no se podía tocar fondo y, cada vez, se hacía más oscuro el color del agua.

¿La protagonista? La naturaleza, sin duda alguna.

La cantidad de fauna y flora en el lugar es infinita. Una gran cantidad de arañas subacuáticas, ranas, aves, mariposas morpho y peces. Dentro de las especies vistas están el chinche de agua, grillos, la rana Satachamia albomaculata y Espadarana prosoblepon. Las anteriores especies las logré con la ayuda de mi amigo, Rey, quien ha estudiado por mucho tiempo los reptiles.

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Un salto a las profundidades de la hacienda El Peñón

Este lugar resume el esfuerzo y el aporte de los turistas en pro del turismo interno de Panamá. El señor Abilio Rodríguez nos atendió amablemente en la entrada hacia la cascada, asegurando que construyó y remodeló unas escaleras improvisadas para lograr un mayor soporte cuando se desciende hacia el cuerpo de agua. De agua fría y de caída fuerte, pese a su pequeño tamaño comparado con otras cascadas, incluso de la zona. Dentro de la fauna se puede apreciar, en casi su totalidad, unas ranas de color negro con unas manchas marrones. Asimismo, las arañas de todos los tamaños y formas, y grillos bordean la zona con su presencia. Más abajo hay otra caída más leve, que forma parte del mismo Salto, rodeada de una gran piedra, hogar de muchos líquenes y pequeñas matas.

La imponente cascada La Gloria

Luego de estar un aproximado de una hora, se procedió con la aventura a la caída La Gloria. La más alta y de mayor caudal del circuito de Chame, refresca a sus visitantes a lo largo de sus pequeñas cascadas que forman un todo. ¿Cómo así? En la imagen se puede apreciar lo mencionado anteriormente. Una cortina colosal natural que baña a cualquiera. De poca profundidad, es de fácil acceso para meterse a bañar. Es un gran preámbulo para el plus de este trip, la Tulivieja. Dentro de las curiosidades del día de hoy, vimos un tucán muerto en las aguas de La Gloria. No tenía mucho tiempo de haber pasado su deceso, los colores y su plumaje no se veían tan afectados para el momento de la impresión.

¡Cuidado, que te resbalas!

Un poco más arriba del inicio de la Gloria existe un trecho sendero que te lleva a otra cascada. Sí, como lo ves, a otra cascada. La Tulivieja, de un tamaño no muy grande, se esconde entre el imponente caudal de la Gloria para buscar más bien la calma de los visitantes que deciden llegar a ella. Solo hay un pequeño detalle para llegar a ella, y es el mismo camino. De sendero lodoso, sogas, lianas, escaleras improvisadas, piedras mojadas, suelo resbaloso, y troncos que trancan la ruta son algunos de los impedimentos a simple vista que se observan. Pero lo que sí te puedo confirmar es que vale la pena el resultado. Como forma de anécdota, la Tulivieja es una vieja historia de un personaje femenino que se presentaba como fantasma en los poblados pequeños para asustar con su presencia. Hay varias versiones de esta narración que coinciden con muchas características con la famosa Llorona.

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La aventura inició, como casi siempre, desde la terminal a Albrook. Completando la serie de cascadas de Sorá, corregimiento más grande de Chame, está Manglarito. Lo primero que se viene a la mente es de dónde surge el nombre. Pues, Yonathan, el guía de esta visita, aseguró que es su parecido con el suelo donde se encuentra la cascada, un poco pantanoso. Luego de una caminata de 15 a 30 minutos de un sendero no tan complicado, excepto su bajada a la cascada, se escucha la caída. Después del calor sofocante, el cuerpo de agua es la mejor recompensa, en donde el lodo domina, el aire fresco y la brisa llenan tus pulmones y donde el refrescar pasa a ser el infinitivo más deseado por el aventurero.

Una potencial caída no apto para cardíacos.

Tras una caída de forma de tobogán, se forma una especie de cortina, gracias a un pequeño elevado. Lo anterior permite que los turistas se bañen bajo la potencial caída, solo cabe mencionar de tener cuidado por lo fuerte que podría llegar a ser y más si llueve. Durante la etapa de invierno (considerada la más larga en Panamá, desde Semana Santa hasta mediados de diciembre) es la mejor época para conocer estos cuerpos de agua, al igual que las otras cascadas de Chame, como La Nativa y Las Filipinas. ¿Por qué? Para evitar las piedras, que pudiesen llegar a ser peligrosas, por sus variados tamaños y formas, al no saber determinar dónde están.

Belleza natural en su máximo esplendor.

La cantidad de animales y flora panameña que te puedes conseguir es inusual. Desde mariposas morfos azules, pasando por ranas, hormigas gigantes, arañas cazadoras de pequeños peces hasta culebras marinas y musarañas con suerte.

Manglarito, una vertiente de los Cajones de Chame

Una vez que caminas por el sendero hay un cruce con dos opciones: izquierda o derecha. Si vas a la izquierda, llegarás a la caída de Manglarito; mientras que si vas por la derecha podrás llegar a la parte superior de la caída, logrando apreciar la cascada desde su inicio. Ya arriba, verás un pequeño riachuelo que tiene sus comienzos en los Cajones de Chame.

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Luego de un palo de agua durante el día anterior, la mañana del día siguiente nos recibió con los mejores destellos del sol para visitar Sorá. Inicié el trayecto en la terminal de Albrook rumbo al Pío Pío de Bejuco, cerca de Chame. Posteriormente, comenzaría la segunda etapa de la ida a los cuerpos de agua imponentes con un segundo bus rumbo al mini súper del Sorá, local conocido por ser de dueños chinos. Una camioneta 4×4 nos esperaría para ir rumbo a Las Filipinas.

En Las Filipinas se divisa el cerro Chichibalí, que divide dos distritos: Chame de Capira.

A pesar de haber siete cascadas, hay una gran cantidad de cuerpos de agua que refrescan a cualquiera con sus aguas frías, pero no tienen los metros suficientes para ser considerados como cascadas como tal. Cabe destacar que no había restos de basura, como sí hay en otros destinos y senderos del país. Al igual que la cascada La Nativa, esta pertenece a una propiedad privada.

La séptima es la vencida.

A medida que avanzabas de cascada, pareciera que la dificultad iba en aumento. Las primeras, de fácil acceso, solo contaban con unos escalones para su llegada. Pero con el trayecto, rocas resbalosas, mayor nivel de agua y hasta sogas iban sumándose a la lista de obstáculos. Hay sogas en el sitio para brindarte un apoyo al momento de escalar las subidas empinadas. Pero llegar a la última cascada resultó ser más complicado de lo normal. Con una caída fuerte, pero fotogénica, requiere de cierto esfuerzo físico y equilibrio para no «morir» en el intento. Sin lugar a duda, todo una experiencia aventurera.

Logramos disfrutar de tres cascadas, la segunda, la quinta y la séptima, solamente para quienes se atrevieron a conquistarla. Una gran oportunidad para valorar la naturaleza y apreciar los pintorescos paisajes del corregimiento más grande de Chame. Cabe destacar que el nombre Sorá posiblemente se debe a «Soró», un cacique, que significó la palabra «viejo» en la época del Descubrimiento y la Conquista Española.

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A dos horas y media, en autobús, de la Ciudad de Panamá se encuentra El Valle de Antón. ¿Qué tiene que cautiva a muchos turistas? Es una villa campestre de muy poca actividad nocturna y mucho contacto con la naturaleza, siendo su principal atracción la montaña de post anterior, la India Dormida. Sin embargo, hay mucho más que la India Dormida, ejemplo de lo anterior puede ser el mismo Gaital, La Silla o Cara Iguana.

Por lo general, los nombres de los cerros vienen dados por las formas que tienen.

La primera pregunta que se te puede venir a la mente es, ¿a qué se deben estos nombres? La respuesta común va a ser que por el aspecto que tienen las montañas. La Silla se parece a una silla de montar de jinete, la India Dormida es por el aspecto parecido a una indígena acostada, al igual que Cara Iguana. Son las teorías que más se escuchan entre los pobladores del lugar.

Cerro Cara Iguana te espera con una vista 360 grados de El Valle de Antón.

La subida a este cerro pudiese hacerse fácilmente de forma solitaria. Aunque, por precaución, decidí apelar a la ayuda de un guía local, que me ayudase. El trayecto ya empieza con una pequeña dificultad: la inclinación, vía empinada. De muchas piedras de todas las formas habidas y por haber, el cerro solo tendrá un único obstáculo: asegúrate de pisar bien. Luego de 20 minutos, se llega a una pancarta que te indica que estás ubicado en la Reserva Hídrica, Cerro Cara Iguana (área protegida). A partir de ahí, se debe subir a mano izquierda, y seguir el camino de huellas pasadas. No hay por qué perderse.

Sí noté mucha vegetación y poca presencia de suelo volcánico, a diferencia de lo que será el cerro La Silla. El Valle de Antón es un volcán inactivo, siendo uno de los tres que hay en Panamá, los otros dos son el Volcán Barú, en la provincia de Chiriquí, y en La Yeguada, en la provincia de Veraguas.

En la cima, tras otros 20 minutos de caminata, se aprecia una vista esplendorosa de El Valle de Antón, muy parecida a la que tiene la India Dormida, pero desde un ángulo diferente. De hecho, desde el Cara Iguana, se puede ver la silueta de la montaña La India Dormida. El Mercado de El Valle, famoso por sus frescas frutas; la tienda Melo; el templo católico del pueblo, así como un sinfín de fincas y hoteles u hostales.

De laderas cortadas por el sendero, cerro La Silla te espera.

Esta formación natural se encuentra fuera del poblado, a diferencia de los otros tres mencionados previamente en este post: La India Dormida, Gaital y Cara Iguana. ¿Cómo se identifica? Fácil, tiene unas antenas de señal de satélite. Se debe llegar hasta cierto punto en auto 4×4 y, a partir de cierto punto, empezar la caminata.

Las personas transcurren menos por este paisaje, pero eso le da un toque especial al lugar, de paz, de mucho viento y tranquilidad. Tiene una vista hacia el océano Pacífico, pudiéndose ver playas como Coronado, por mencionar uno. El tiempo de caminata es menor que el cerro Cara Iguana, aunque un poco más resbaloso por la presencia de suelo volcánico.

Tiene una cruz en la cima, pero la vida tumbada al piso, por lo que algo debió suceder para que estuviese así. Viendo reseñas anteriores del lugar estaba levantada, como cualquier otra cruz de Panamá. Lo curioso del sitio es la cantidad de brisa que curre en la temporada de invierno, hecho que suele ocurrir más es en la temporada de verano. Incluso, llegó a tumbar una señal de satélite hace unos meses atrás, sin llegar al año 2018.

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Ubicada en los alrededores de Chame, La Nativa es una cascada imponente que se alimenta de una piscina natural que se acumula de agua en la parte de arriba (una altura aproximada de 3 a 4 metros de altura). Con gran presencia de vegetación, desde el inicio del trayecto hasta la piscina natural, se pueden apreciar varios animales. Acompañado de un guía experto y de rescate de animales con certificado internacional, de nombre Josanel Sugasti, vio un jaguar juvenil. El jaguar vive en un territorio que empieza desde Costa Rica hasta Darién, límite fronterizo entre Panamá y Colombia.

La aventura inició en la terminal de Albrook a eso de las 7 am. cuando arrancamos rumbo a Sorá. Luego de llegar a un minisúper de chinos, dos hermanos nos llevaron en sus 4×4 a la propiedad privada de la familia Medina ($3 por persona) para finalmente acceder a la caída de agua. La familia Medina te recibe con una especie de finca con caballos y vacas, además de camada de Beagles. De ahí a La Nativa hay que caminar unos 20 a 25 minutos aproximados. Mi recomendación es llevar zapatos de goma (término válido para los venezolanos) o zapatillas (término válido para los panameños).

Luego, subimos a la piscina natural desde un sendero un poco empinado y resbaloso, pero bastante corto. Es posible que se necesite la ayuda de una soga para terminar de subir. Después será un camino de piedras el que te ayudará a guiarte para apreciar el pozo de agua turquesa y transparente (solo aplica si le pega el sol). Con una profundidad de 4 metros, esta piscina se desborda para ver La Nativa como tal en la parte de abajo.

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El nombre de la montaña deriva de la forma peculiar de una india en forma de reposo. Una vez llegué al sitio, empecé a preguntar la ruta para iniciar el trayecto. Poco a poco, los locales me dirigían: «En el local a mano izquierda», me comentó una joven de baja estatura, quien caminaba en la otra acera. Seguidamente, el letrero indicaba cuál ruta escoger hasta llegar al final de una calle. Luego, volví a preguntar: «Siga por aquí», señaló un señor muy amable. Cerca de tres autobuses de escuela se encontraban en la zona descargando un montón de niños que solo se llenaban de alegría al escuchar los cuentos de los guías de la zona.

En la entrada hay un letrero que te indica los nombres de cada uno de los senderos que te lleva hacia el tope de la montaña, pero siendo la primera vez, me fui por lo seguro. En la taquilla, que cobran por la entrada al parque natural ($2), había a disposición varios guías, especializados en llevar a extranjeros y que son habitantes de la zona. Pregunté si había uno y sin mayor problema, el señor Argelio me acompañó.

«¿Sabes? Debemos proteger más estos sitios libres de contaminación», comenzó el guía. Fácilmente se podía describir como una persona elocuente, de 5o años, que lleva una vida escalando la India Dormida y cuyos pasos son cada vez más firmes mientras sube a la cima. También señalaba, al ver mi color de piel, que los extranjeros valoran más los sitios históricos y/o turísticos que los propios locales, entendiéndose por panameños en general.

Tras haber subido unos 10 minutos, ya se observaba la primera cascada, que proviene directamente del cabello de la India Dormida. Seguidamente, a mano derecha, hay otra: La Cascada de los Enamorados. Las parejas suelen posar en esta última para ganar fama en sus respectivas redes sociales y amistades. La inclinación del trayecto aumentaría de dificultad sin llegar a ser de igual de difícil que El Gaital.

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